Hace dos décadas, Huracán Corrientes se convertía en el segundo equipo de esta provincia en llegar a Primera División de AFA. Aquella noche del sábado 1 de junio de 1996 golpeó en Córdoba a un grande del interior y forjó uno de los momentos más increíbles de nuestro deporte.

Siempre se puede ser más grande en la historia. Y esto se aplica a todos los deportes. En el fútbol no aparece como algo muy frecuente fijar objetivos y lograrlos en forma rápida. Pero para aquel Huracán Corrientes sucedió como una historia que hoy puede contarse con final feliz. Aquel 1 de junio de 1996 en el Chateau Carreras se erigió uno de los logros más importantes del deporte correntino. El Huracán del “taragüí” goleaba 4-1 a Talleres y alcanzaba un lugar en la máxima categoría del fútbol argentino.
Y eso quedó grabado en las retinas de todos. Por cómo se dio el ascenso, las situaciones que supo contrarrestar el fútbol correntino en épocas de vacas flacas y marcando un proceso inesperado en los libros de historia.
Huracán Corrientes se abrió camino en el fútbol grande para ocupar un lugar difícil de reemplazarlo. Se formó para el máximo objetivo y sostuvo con criterio una participación ganadora en una categoría que trituraba sueños. Tan vencedora que alcanzó los 18 partidos seguidos sin conocer la derrota (después del 0-5 en Salta en el debut a fines de agosto de 1995) para lograr la primera ronda.

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Eran años de restructuración del fútbol de AFA (parece una frase hecha de la actualidad). Esa temporada 1995/1996, el Campeonato Nacional “B” se jugó con dos ruedas, llamados “Apertura” y “Clausura” reeditando lo que sucedía desde hace varios años en la categoría de elite. Había que ganar alguno para acceder a la gran final por el título de campeón o ambas ruedas para acceder en forma directa.
El Huracán correntino se adjudicó el “Apertura” y Talleres de Córdoba el “Clausura”. El “Azulgrana” ocupaba la plaza de Deportivo Mandiyú que por aquellos años transcurría sus primeros momentos del letargo de vida futbolística e institucional. Y Talleres, el otro candidato por historia y plantel, descendía de Primera y era número puesto para quedarse con alguno de los dos lugares.
Aparte había otros detalles que quizás dos décadas después no se enmarca entre los ítems claves: fue la primera temporada que el ascenso sumaba 3 puntos por partido ganado.
Este equipo hizo historia, desde el pensamiento de correntinos amantes del fútbol que buscaron salvar la plaza (la familia Romero Feris a la cabeza), pasando por los consejos de José María Silvero, el trabajo de Humberto Zucarelli y los destellos de hombres de experiencia: el peladito Sosa, los tiempistas González y Alvarez, el velocista Lujambio y la cuota local con Suárez, Marinilli y el uruguayo adoptado Umpiérrez.
El camino lo hicieron fácil, pero no lo fue. Terminó de la mejor manera en una noche fresca en Córdoba. Cuando muchos no lo tenían como candidato y ante un rival que ya firmaba de antemano su regreso a Primera. Esa fue la temporada de Huracán Corrientes. A 20 años de aquella gesta.

Siempre supimos que íbamos a ganar

HUMBERTO ZUCARELLI

Para nosotros fue una noche memorable, de esas que van a quedar eternamente en la memoria de los que la vivimos. Por todo, por cómo se dio el partido, por las circunstancias que rodeaban a esta definición tan recordada.
Es uno de los títulos que más me enorgullece. Teníamos a hacer historia, sabiendo que llegamos a un club sin nada. Sin jugadores ni utilería. La cancha tenía un pasto alto de medio metro y tuvimos que hacer todo de cero, el contacto con Adidas, la utilería y en Corrientes sólo había tres jugadores (Suarez, Marinilli y Umpiérrez).
El partido de ida lo ganábamos cómodamente y terminamos 2-2, quizás por eso quedó esa sensación que ellos iban a coronarse campeones, pero le teníamos preparada otra sorpresa. Puede ser soberbio pero es la realidad.
Por eso será imborrable aquella noche y toda la campaña. Nosotros siempre tuvimos la certeza y la convicción que íbamos a ser los campeones. Esa noche había alrededor de 49000 cordobeses y más de 100 correntinos.
Nos preparamos con todo, fuimos cuatro días antes a Carlos Paz y veíamos el estado del ánimo del plantel.
No podíamos lograr otro resultado que la victoria. Nos sentíamos con todas las fuerzas. Era la realidad de un buen equipo.
También tengo que decir que pasó algo muy típico en el fútbol argentino, porque comenzamos con un 0-5 pero después estuvimos 18 fechas como invictos y perdimos los dos partidos del final recién. Allí llegó el relajamiento natural y eso nos perjudicó. Más allá de eso, jugamos una final como candidatos y fuimos de menor a mayor.
En el micro que nos llevó de Carlos Paz al estadio sentíamos la amabilidad de los cordobeses, estaban tranquilos y ya se creían ganadores. Ellos tenían exceso de confianza y nosotros estábamos seguro que en nuestro nivel podíamos ganar. Y así fue.
Es un recuerdo imborrable para todos y quiero recordar a mi equipo en ese plantel, con Osvaldo Gutiérrez como ayudante de campo y el profesor Larrubia. Inolvidable.

Tres meses de locos

Huracán Corrientes llegó con poco tiempo de formación, sufrió un golpazo en el debut pero después tuvo el mejor semestre que se recuerda de un equipo correntino en torneos de AFA. Fueron 18 fechas sin perder y un ascenso alcanzado varios partidos antes del cierre. Top.

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Todos recuerdan que el inicio de Huracán Corrientes no fue del todo bueno en la Primera B Nacional de la temporada 1995/1996. Un equipo con problemas de formación viajó a Salta para debutar en la tercera fecha, salteando las dos primeras citas por único permiso previo de AFA. Fue 0-5 con Gimnasia y Tiro, aquella tarde de fines de agosto que se lució Pedro Guiberguis con tres goles (Sergio Plaza y Gabriel Chiaverano completaron la humillación de estreno).
De esa tarde, con varios cambios sustanciales más el tiempo que tardó un plantel experimentado en asimilarlo, pasaron tres meses y días para la consagración de Huracán Corrientes como campeón del Apertura 1995. Fue en la fecha 19ª como local ante Atlético Tucumán, un 3 de diciembre, que dejó el 1-0 con gol de “Chiche” Sosa. Este torneo de pocos meses se jugó por el sistema de todos contra todos, en una sola rueda de partidos, por puntos, con un total de 21 fechas. Y lo ganó el “azulgrana correntino”, que como vencedor de la primera ronda del torneo logró el pase a jugar la final por el título de campeón. Pero Huracán Corrientes iba a buscar repetir en los primeros meses de 1996 y eso quedó trunco a pocas fechas del cierre, cediendo el Clausura a Talleres por la irregularidad de un equipo relajado.
Tanto cordobeses como correntinos eran los nuevos en esta temporada. A eso habrá que sumarle a Atlanta (campeón de 1ª “B”), Tigre y San Martín de San Juan (llegó del Argentino “A”).
Consumada la llegada de Huracán a Primera, se jugó un torneo Octogonal por el segundo ascenso, entre los 7 mejores clasificados de la tabla general y Talleres de Córdoba, perdedor de la finalísima.
En ese reducido, Unión de Santa Fe eliminó a la “T” en semifinales y a Instituto en la final y alcanzó el otro pase a la máxima categoría.

Demostramos que fuimos superiores

LUIS "CHICHE" SOSA

La verdad fue mucho para mí y para todo el plantel. Me tocó ascender varias veces en mi carrera pero cada ascenso tiene su particularidad. Se encaró algo desde cero y terminar consiguiendo un ascenso significó lo máximo. Se logró por la seriedad en lo institucional, por los dirigentes, el cuerpo técnico y los jugadores.
Me acuerdo que ese campeonato fue particular, porque perdimos el primero y después demostramos ser el mejor equipo del torneo. Cuando llegamos a Carlos Paz en la previa de la final veíamos los autos pintados con los colores de Talleres y ellos se creían campeones de antemano. Nosotros esa noche demostramos que fuimos superiores. En Córdoba nos trataban muy bien porque éramos como los invitados de honor para su fiesta, pero fue para nosotros una fiesta que nunca olvidaremos. En mi recuerdo, puntualmente recuerdo que lo difícil fue el inicio. Un equipo que nos estábamos conociendo en cancha. Pero armamos un gran grupo. Es un orgullo recordar esos dos años en Corrientes, de los mejores de mi vida. Agradezco a todo Corrientes por permitirme ser parte de su historia.

Perdón Lujambio

Uruguayo me hiciste gritar. En el campeonato porque eran más los malos partidos que los buenos. Y en la final contra Talleres porque silenciaste a los cordobeses y nos hiciste estallar de emoción.

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Fue un mazazo terrible. Ese segundo gol del pelado Dertycia fue un puñal. El 2-2 de la primera final de aquel ascenso ante Talleres, jugado en Corrientes, no presagiaba el futuro esperado. Esa fría tarde de sábado, el estadio del barrio Berón de Astrada estuvo colmado… pero la mitad eran cordobeses. Y no eran hinchas… eran fanáticos.
Pero la desazón estaba cimentada en una segunda rueda mediocre en la que el uruguayo Josemir Lujambio (nadie lo conocía cuando vino a Corrientes) no pudo equiparar a los goles de Roberto Oste, quien emigró después de consagrar a Huracán como el “campeón” de la primera fase. Uf, si lo habré insultado al charrúa por los goles errados, por los centros tirados a cualquier lado y por las decenas de pelotas perdidas en una delantera intrascendente.
Y ahora había que ir al por entonces Chateau Carreras, donde se sabía que habría decenas de miles de esquizofrénicos seguidores de “la T” (Es imposible explicar con palabras el grado de fanatismo de esos hinchas). Y con un empate le alcanzaba a los cordobeses para ascender. Todo Cuesta arriba.
“Vamos a Córdoba”, me invitó mi amigo Juan Carlos. “El club contrató varios colectivos y el pasaje es muy barato”, insistió. Lo mire, medité en sus palabras y la respuesta fue concluyente: “¿Para qué vamos a ir? ¿Para amargarnos? Hay que ganar y si por lo menos tuviéramos un delantero como la gente y no a Lujambio”. “Vamos”, retrucó. Y me convenció.

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Fue el viaje más largo de mi vida. Con sólo verlos se podía apreciar que los colectivos contratados eran obsoletos y vetustos para un viaje de mil kilómetros. Y así nos fue. Nuestro ómnibus se descompuso a 300 kilómetros de Córdoba. El chofer ató con alambres el motor y seguimos viaje.
Pero la avería nos demoró tanto que entramos al estadio con el partido iniciado. Que imponente marco: repleto de cordobeses y en una esquinita, los doscientos correntinos.
Enseguida la algarabía del estadio se transformó en desazón a mares. Lujambio me tapó la boca: partido memorable y tres goles. El cuarto fue del “Chiche” Sosa. ¡Qué manera de gritar! ¡Cuánta alegría! Me vi tirado en el cemento mirando el techo del Chateau totalmente extasiado. El gol del honor llegó de la mano de un penal que le regaló el árbitro Ángel Sánchez a Talleres para que no salga zapatero.
El regreso fue increíble: tres de los cuatro colectivos quedaron varados en Córdoba por varios días y debimos venir todos en un solo micro: muchos de los hinchas viajaron en el baúl de equipajes. Un viaje de 12 horas se transformó en una travesía de tres días. Pero nadie nos quitó aquella felicidad. Y cada vez que recuerdo aquel viaje repito las mismas palabras: “Perdón Lujambio”.

Quedará siempre en la retina

Carlos González
Volante en Huracán Corrientes, 1995-96

Fue algo increíble. Todos recordamos ese partido en Salta cuando comenzamos perdiendo mal y nos mirábamos entre nosotros como preguntándonos “qué hacemos acá!”. Pero ahí hicimos un click para comenzar a hacer una gran campaña y nosotros sabíamos que íbamos a lograrlo.
Lógicamente queda en la retina de todos, aquellas dos finales que fueron muy duras. En el 2-2 nosotros lo teníamos controlado y cuando ellos nos igualaron ellos inflaron el pecho y seguro que creyeron campeones. Tuvimos revancha y reaccionamos. El compromiso nuestro fue total, con el acompañamiento de una ciudad atrás y con unos 200 hinchas que viajaron hasta Córdoba.
Conseguimos algo para una ciudad inolvidable. Esta bueno acordarse de esto y estas cosas nos enorgullece y más tratando de Corrientes. Los recuerdo mucho.

Cumplimos con todo

Juan Alberto Romero Brisco
Presidente Huracán Corrientes en 1996

Sin dudas que nos salió bien y fue un lindo desafío. Huracán Corrientes fue el que aportó su granito de arena para que Corrientes no pierda la plaza en los torneos de AFA.
Armamos todo desde cero. Primero lo llamamos José María Silvero que nos recomendó a Zucarelli, que llegó con un listado de jugadores, tres jugadores por puesto.
El objetivo era claro y fue devolver a la provincia a los primeros planos. Cumplimos con todo, incluso con todos los jugadores que pidió el entrenador. Recuerdo siempre que nos reunimos con Bilardo y armamos una revolución. Movimos sponsors y empezamos a jugar en la tercera fecha y no nos fue muy bien. Después de ese 0-5 en Salta, “Chiche” Sosa y Adrián Álvarez en el avión me apostaron que íbamos a ascender.
Hoy sigo siendo un hombre interesado por el fútbol pero en aquel momento, con 25 años, fui un presidente joven y eso me marcó a fuego.

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