Fue una de sus declaraciones destacadas durante una entrevista concedida a uno de los principales medios nacionales. Tras reconocer que «no hay soluciones mágicas», aseguró que en dos años la deuda dejará de crecer en relación al PBI y que no hay atraso cambiario.

Aunque no pierde su perfil técnico, Nicolás Dujovne se hace cargo del rol de «vocero» que le asignaron ni bien fue nombrado como Ministro de Hacienda. Y desde ese lugar dispara una serie de buenas noticias que todavía no son percibidas por la sociedad.

En la entrevista concedida a Infobae, aseguró que ya hay señales de recuperación y sostuvo que la reducción del déficit será lo que permita bajar la inflación y reactivar la economía. «No apuntamos a crecer tres o cuatro años, sino 25. Queremos que la Argentina llegue a ser un país desarrollado y sin pobreza». Con ese horizonte, adelantó que se busca un pacto fiscal con las provincias para que a partir de 2018 «el gasto corriente no pueda crecer más que la inflación».

A continuación, los principales pasajes de la entrevista en la que habló sobre las chances electorales del gobierno, la situación cambiaria y justificó la suba de tarifas: «Si hubiéramos dejado que siga subiendo el déficit fiscal terminaríamos como Venezuela, con una inflación del 800% y una caída de 20% del PBI».

–¿Cuál fue el sentido de explicitar cómo será la baja del déficit fiscal en los próximos años?

–Nuestro objetivo es que la economía crezca, que genere empleo, que baje la inflación. En ese contexto el rol de la política fiscal es clave. Bajando el déficit hacemos espacio al sector privado y porque permitimos que baje el costo del capital, que la Argentina sea menos riesgosa y que entonces el Gobierno, las provincias, las familias, las empresas puedan acceder a un costo financiero más bajo. Dentro de la política fiscal, tenemos que ir mejorando la calidad del gasto público, ir reemplazando gastos que no consideramos los más eficientes, por ejemplo subsidiar los consumos de energía, gas a los sectores de medianos a altos ingresos, e ir mejorando el gasto en infraestructura. Y en tercer lugar, queremos tener un esquema impositivo más eficiente, más justo, donde pague más gente con alícuotas más bajas.

–¿Cómo se encara la reducción de ese déficit?

–Lo que hicimos fue anunciar metas fiscales. Básicamente explicamos que vamos a cumplir con el Presupuesto de este año, que estipula un déficit primario de 4,2% del PBI. Y lo queremos bajar un punto por año, llevarlo a 3,2% el año que viene y a 2,2% en el 2019. Para eso precisamos mucha disciplina en el gasto. La idea es ponerle un límite al gasto corriente tanto de la Nación como de las provincias para que no pueda crecer por encima de la inflación, desde el 2018. Y si bajamos el déficit será posible reducir impuestos. Este esquema tiene puntos de contacto con lo ya implementado por Brasil.

–¿Ir a déficit fiscal cero dejó de ser un objetivo del Gobierno?

–Sí lo es, pero en esta ocasión presentamos metas hasta el 2019, porque abarcamos este período de Gobierno. La idea es que el proceso de bajar un punto de déficit por año continúe en el tiempo, por lo que podemos llegar déficit cero entre 2020 y 2021. Con esta proyección, si la economía crece 3,5% anual, el nivel de deuda en relación al PBI dejaría de crecer para el 2019.

–¿Qué expectativas tienen sobre el costo de financiamiento que debe asumir el Gobierno a la hora de endeudarse?

–Hoy el país se endeuda a tasas de entre 6,5% y 7% anual en dólares a diez años. Si la Argentina logra alcanzar sus objetivos fiscales, y una vez que sea bien visible que la economía está creciendo, pensamos que hay espacio para que la tasa de interés no sea muy diferente a la de Brasil, que está en el orden del 4,5%. No sé si será este año, pero para 2018 es factible, aunque también depende del contexto internacional.

–¿Será la gente la que tenga hacer todo el esfuerzo, por ejemplo vía aumento de tarifas, para que baje el déficit?

–En realidad se consigue por distintas vías. Por un lado, producto del blanqueo hay recursos tributarios extras porque ahora esos fondos tributan ganancias y bienes personales. Luego, cuando la economía crece la recaudación aumenta más rápido y eso ayuda mucho. Y una parte importante de la reducción del déficit pasa por la baja de los subsidios a las tarifas de servicios públicos. La reducción del rojo fiscal es clave para que la economía vuelva a crecer. Si hubiéramos continuado ampliando el rojo fiscal, estaríamos en una situación más parecida a la de Venezuela, donde la inflación es 800%, el PBI el año pasado se contrajo 20%. En los últimos años del kirchnerismo las tarifas estaban congeladas y la inflación no paraba de subir.

Fuente: Infobae