Ante millones de espectadores y con la Casa Blanca en juego, Hillary Clinton y Donald Trump chocaron fuertemente por el comercio, los impuestos y las formas de repatriar puestos de trabajo a Estados Unidos en la apertura de su primer debate presidencial cara a cara antes de las elecciones de noviembre.

Clinton dijo que su adversario republicano promovía una versión renovada de la teoría económica del derrame, una filosofía centrada en la necesidad de bajar impuestos a los más ricos para que ganen más plata hasta que esta riqueza se derrame sobre los menos afortunados.

En contraste, la ex secretaria demócrata llamó a aumentar el salario mínimo, a invertir más en infraestructura, garantizar una paga igualitaria para las mujeres y en general «construyendo una economía que funcione para todos y no sólo para los de arriba».

«Que los más ricos paguen su parte justa», dijo Clinton, al punto que agregó que hay que «repartir los beneficios de las empresas, no solo para sus altos ejecutivos» y destacó que «la cuestión central de estas elecciones es qué tipo de país» será Estados Unidos en el futuro.

Trump criticó políticas que, en su opinión, han causado una fuga de empresas de Estados Unidos que se han instalado en otros países para abaratar costos, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo, y dijo que esto ha sucedido en parte por los acuerdos comerciales «defectuosos» que Clinton apoyó.

El candidato republicano añadió que Clinton ha cambiado su posición sobre los acuerdos comerciales y los ha criticado recientemente por motivaciones puramente electorales, informó la cadena CNN.

«La secretaria de Estado Clinton y otros políticos deberían haber estado haciendo esto durante años», dijo Trump, quejándose de que el actual mandatario demócrata, Barack Obama, no hizo nada o hizo muy poco por evitar la fuga de empresas y compañías hacia terceros países.

El debate de 90 minutos llega seis semanas antes de las elecciones y con la votación por anticipado ya en marcha en varios estados, y aunque Clinton lleva la ventaja, incluyendo un mapa electoral favorable, más dinero y una campaña mejor organizada para movilizar el voto, la carrera está extremadamente pareja.

El esperado encuentro, que será el primero de los tres cara a cara que mantendrán de aquí a los comicios de noviembre, entraña numerosos riesgos para ambos candidatos, pero también les ofrece una oportunidad para mejorar su posición frente a muchos votantes que dudan y tienen una desfavorable imagen de ellos.

Clinton, ex primera dama y ex senadora demócrata, genera gran desconfianza en millones de personas que la ven como la encarnación de una clase de dirigentes alejada de las verdaderas necesidades de la gente y que ha hecho poco por mejorar su situación durante las décadas que ocupó cargos políticos en Washington.

Para el hábil Trump, pese a que supo sacar provecho de este hastío con la clase política tradicional para ganar con holgura las republicanas, la apuesta es aún más alta, ya que incluso debe convencer de que es dueño del temperamento necesario y de las cualidades más básicas para un presidente.

Las elecciones del 8 de noviembre han generado enorme interés en Estados Unidos, y se estima que el debate televisivo será seguido por un récord de 100 millones de espectadores,

Las familias de los candidatos ingresaron al salón del debate en la Universidad de Hofstra, a las afueras de Nueva York, momentos antes de que Clinton y Trump tomaran sus lugares en sus estrados, antes de saludarse con un respetuoso apretón de manos.

El ex presidente Bill Clinton, marido de Hillary, también estrechó la mano de la esposa de Trump, Melania, segundos antes.