Un numeroso grupo de mujeres participó del «Tetazo» que se realizó en el Obelisco porteño, convocado por organizaciones feministas y sociales en reclamo de «la soberanía de los cuerpos», tras el operativo policial que impidió que tres mujeres hicieran topless en Necochea, el pasado 28 de enero. La convocatoria incluyó más reclamos que la posibilidad de no usar corpiño en la playa; se llamó a combatir la desigualdad, laviolencia machista, los femicidios, el acoso sexual y el laboral.

Fue una convocatoria para pedir la descosificación de los pechos y de las mujeres. Para reclamar la soberanía corporal. Ése fue el grito que ayer llevó a que más de 600 mujeres al pie del Obelisco a sacarse los corpiños y exigir con un «tetazo», junto con otros cientos de ellas en distintos puntos del país, la igualdad de derechos entre los sexos.

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El origen de la protesta fue el apoyo a las tres mujeres de Necochea a las que hace diez días la policía les impidió hacer topless. Pero en estos días el reclamo creció como una bola de nieve, alimentado por las muchas situaciones en las que las mujeres se sienten en desigualdad de condiciones: la violencia machista, los femicidios, el acoso sexual y laboral… la larga lista que hizo que la convocatoria de ayer fuera amplia y variada. Que reuniera a mujeres piqueteras, feministas, a militantes de izquierda, a activistas lesbianas y a mujeres cuyo exclusivo reclamo era poder tomar sol sin marcas y sin ser acosadas ni obligadas a vestirse.

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Pero no sólo concurrieron las mujeres que de alguna manera se sintieron identificadas con el reclamo. Cientos de curiosos y mirones coparon la Plaza de la República con cámaras y teléfonos celulares, incluso antes de las 17, cuando apenas había dos manifestantes que se habían sacado el corpiño.

«Que se convoque a un «tetazo» y lo que más vengan sean hombres a mirar los pechos de las mujeres es muy fuerte. Habla mucho de nosotros como sociedad», aseguró Grace Brounosti Piquet, de 33 años, una de las primeras mujeres en liberar sus pechos frente al Obelisco.

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«Te puedo asegurar que las miradas de los tipos son muy pesadas. Lo peor es que así como nosotras sentimos que estamos defendiendo un derecho ellos sienten que defienden su derecho de mirar. De mirarnos como si no hubiera una persona detrás de estos pechos. Esa mirada es la misma que reproduce el estereotipo de la violencia machista que les hace creer a los hombres que tienen derechos por sobre las mujeres», dijo enojada Ailín Pola, diseñadora de 29 años.

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Pasadas las 17, y cuando todavía eran pocas las que habían desenfundado sus pechos, frente a la tribuna de mirones, algunas empezaron a pensar una estrategia. Como Olivia, Pilar y Victoria, todas de 15 años, que vinieron de Merlo y no se animaban. «Ya fue, chicas. Lo hacemos todas juntas, a la cuenta de tres. Uno, dos, tres», contó una de ellas, y todas se sacaron el corpiño.

Entonces, las diez mujeres que estaban con el torso desnudo empezaron a organizarse. Hicieron una ronda, eran unas pocas, pero después ese círculo se empezó a expandir: a medida que se abría la ronda se sumaba a las mujeres, vestidas o en topless, y les pedían a los hombres que se fueran. Muchos ofrecieron resistencia, pero al final accedieron a instalarse en las gradas de la Plaza de la República y desde allí, sacarle todo el jugo posible al zoom del celular y poder así fisgonear, como si nunca en su vida hubieran visto aquello que tenían esas mujeres.

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«Afuera, macho afuera», fue el canto tribal, al son de tambores, con el que consiguieron que los mirones se fueran de la plaza. Entonces sí, cuando ya no quedaban hombres en medio, cientos de mujeres, en un gesto que para ellas significaba la liberación, se desprendieron los corpiños. Dafne Mociulsky vino acompañada por su hijo Aarón, de 18 años. Aunque fue él el que le propuso participar del reclamo, había algo que a ella le impedía sacarse el top. «No sé, pero delante de él me da no sé qué», contó. Cuando su hijo se alejó ella se sumó a esta versión 2017 de liberación femenina.

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Los carteles que se levantaban entre la multitud sintetizaban el reclamo: «abajo el machismo»; «basta de doble moral»; «ni sumisas ni dovotas»; «la teta que molesta es la que no vende»; «las muestro caídas para levantar mis derechos»; «lo obsceno es tu mente»; «la cantidad de ropa que llevo no define tu respeto».

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El «tetazo» se desarrolló en forma pacífica y con la policía metropolitana observando desde la plaza de enfrente. Hubo algunos incidentes con hombres que se quisieron filtrar entre tanta mujer desnuda, pero fueron rápidamente expulsados del paraíso por un ejército espontáneo de amazonas. Hacia el final de la protesta, un grupo de mujeres que empezaban a cortar el tránsito de la avenida 9 de Julio se enfrentó con los policías, a bordo de un patrullero, que intentaron impedirlo. Una mujer se paró sobre el capot del auto y las demás aprovecharon la pintura con la que hacían bodypainting entre las manifestantes para pintar el patrullero.

Fuente: La Nación; Infobae