La información fue publicada en un estudio de una universidad sueca.

Muchos dicen que el mejor amigo del hombre tiene cuatro patas, cola y lengua larga: se trata del perro. Y ahora, según confirmó un estudio publicado en la revista Scientific Reports, los seres humanos y los descendientes de lobos comparten genes.

Los científicos explican que han encontrado un puñado de genes que parecen estar vinculados a la tendencia de los perros a buscar ayuda y contacto humano. «[Nuestro objetivo] es tratar de comprender los fundamentos genéticos de la domesticación: ¿qué ha ayudado a convertir al lobo, que realmente no está interesado en los seres humanos para empezar, en esta criatura extremadamente sociable que es el perro?», dijo Per Jensen, coautor de la investigación de la Universidad de Linköping en Suecia. «Creemos que al menos hemos encontrado algunos de los antecedentes genéticos de este proceso», añadió.

Según se puede leer en la publicación, los científicos investigaron la genética detrás del comportamiento canino al poner bajo observación a 437 perros raza beagle.

Cada perro fue colocado en una habitación con un investigador que no conocían y realizaron la misma tarea.

A cada perro se le presentaron tres golosinas cubiertas por tapas de plástico transparentes. Sin embargo, una de las tapas estaba fija y no podía moverse, por mucho que el perro lo golpeara o lo empujara con la nariz. «Sabemos que los lobos no buscan ayuda, tratan de resolver el problema por su propia cuenta, y algunos perros realmente lo hacen – simplemente seguir y tratar de abrir esta tapa», explicó Jensen. «Pero la reacción más común es, en algún momento, recurrir a lo humano», agregó.

A cada perro se le dio tres minutos para recuperar los dulces. Con su comportamiento grabado en video, se anotaron las frecuencias y duración de varios comportamientos, como saltar al investigador o hacer contacto visual.

A continuación, se seleccionaron los 95 perros con las puntuaciones más altas y los 95 con las puntuaciones inferiores para las interacciones sociales, y se tomaron muestras de ADN. Sus genomas fueron luego analizados y comparados con lo que se conoce como un genoma amplio estudio de asociación, con variaciones a través del genoma comprobado para una asociación con las puntuaciones de comportamientos específicos, tales como la duración durante la cual el perro estaba en contacto físico con el investigador.

Los investigadores utilizaron el método denominado GWAS (estudio completo de asociación del genoma), que permite un análisis genético profundo. Los resultados indicaron que aquellas mascotas que buscaron el contacto humano de manera más intensa resultaron ser los que tenían ciertas variantes genéticas compartidas.

«Se registró la tendencia de los beagles de laboratorio para iniciar las interacciones físicas con un ser humano durante una tarea compleja e imposible de resolver. Un marcador genético en el cromosoma 26 dentro del SEZ6L gen se asoció significativamente con el contacto físico con el ser humano», aseguró en su estudio Per Jensen, profesor de Etología, y líder del grupo de la investigación.

«Cuatro genes adicionales presentes en los mismos bloques de vinculación son los que afectan las habilidades sociales de los seres humanos, por ejemplo, SEZ6L se ha asociado con el autismo y la COMT afecta a la agresión en adolescentes con TDAH», detalló Jensen.

Los científicos pretenden analizar en profundidad el hallazgo para poder extenderlo a otras razas o bien a todos los perros que conforman el reino animal. De poder probarlo, sería un gran avance para el estudio humano vinculado a las habilidades sociales y a la comunicación entre especies.

«Esto es, a nuestro entender, el primer estudio de todo el genoma que presenta regiones genómicas candidatos para la sociabilidad del perro y la comunicación entre especies. Estos resultados avanzan en nuestra comprensión de la domesticación del perro y aumentan el uso del perro como un sistema modelo novedoso para los trastornos sociales», afirmaron los especialistas en su estudio.

Funte: La Nación