Javier y Edgardo Radaelli están acusados de transportar la carga de un célebre traficante de Corrientes: les habrían ofrecido cien mil pesos para hacerlo. Habla su familia.

Javier Edgardo Radaelli tenía una frase algo curiosa en la luneta trasera de su camión Mercedes Benz blanco: «La locura es como la gravedad. Basta con un pequeño empujón». La cara del actor Heath Ledger, caracterizado como el Guasón, acompañaba la frase en el sticker. La Policía Federal no tuvo que pensarlo demasiado. Esta mañana en su Delegación Antidrogas de Campana, la PFA presentó el «Operativo Guasón», con el Mercedes Benz blanco de Radaelli como protagonista y con el contenido que incautaron en su parte trasera prolijamente dispuesto en el patio del lugar: 2900 panes de marihuana paraguaya que sumaron más de 2500 kilos.

El viernes pasado, Radaelli, de 37 años, oriundo de la zona de San Fernando, con nueva casa en el Talar de Pacheco, fue detenido junto a su padre Edgardo, 65 años, en el hotel Del Parque, sobre la Ruta N°12, no muy lejos de la ciudad capital de Corrientes, tal como confirmó Infobae. Lo cierto es que la delegación Campana de la PFA y el doctor Adrián González Charvay, juez federal de la zona, habían seguido a Radaelli hijo durante cuatro meses: una denuncia anónima lo señaló como un presunto traficante en la jurisdicción.

Así, comenzó una serie de pinchaduras telefónicas a Javier Radaelli tan intensa como esquiva: «En cuatro meses, con suerte tuvimos diez llamados y mensajes de textos que valieran la pena», asegura un investigador del caso. La Delegación siguió a los Radaelli hasta un domicilio en la capital correntina sobre la calle Groussac donde habrían cargado el lote para luego dirigirse al hotel sobre la Ruta N°12, donde finalmente cayeron. La intervención telefónica, por otra parte, llevó a la identidad de quien sería el verdadero dueño de la marihuana: W.O, conocido en el submundo local como «El Gordo Choi», con rango de capo narco y hoy intensamente buscado por el juez González Charvay y su equipo. «Es un poronga, hace rato que todos lo quieren voltear», dijo un policía correntino a sus pares federales.

El domicilio en la calle Groussac luego fue allanado; se encontraron balanzas, las bolsas que se usaron para envolver los panes de marihuana en un primer lugar y la documentación de un auto, que, efectivamente, pertenecía a W.O. Esa documentación tenía un domicilio, pero a pesar del ariete contra la puerta, el capo narco no estaba ahí.

Para «Choi», mover marihuana sería un negocio excelente. Las escuchas del caso revelaron una relación de costo y beneficio que explica la rentabilidad de la droga paraguaya en la Argentina: del otro lado de la frontera, al pie de las quintas de producción, un kilo prensado puede valer 400 pesos. En el mercado transa nacional ese mismo kilo asciende a 2500 pesos vendido al por mayor. En la mesa de un dealer, un paquete embalado de 25 gramos, la porción standard para compradores, puede costar entre 200 y 300 pesos.

Todavía faltan partes del relato. Por ejemplo, cómo los Radaelli contactaron al capo correntino en un primer lugar es algo impreciso para el juez Charvay y la PFA. Tampoco se sabe cómo llegaron los panes de marihuana desde Paraguay a Corrientes -un punto caliente de concentración narco donde ya se incautaron al menos once toneladas de droga en lo que va del año- en un primer lugar. Quien sería el encargado de recibirla también es un misterio. Fuentes del caso apuntan que Javier Radaelli tenía una suerte de itinerario: con la droga a bordo, debía llegar hasta una estación de servicio sobre la Ruta N°9 en las inmediaciones de Campana. Allí, «un paraguayo» a quien no conocía lo contactaría para guiarlo hasta una quinta donde descargaría el material. Por el viaje, Radaelli hijo habría cobrado cerca de cien mil pesos.

Para el juez de la causa, el último viaje de los Radaelli a Corrientes no habría sido el debut. Hay un crecimiento patrimonial difícil de explicar. El camión Mercedes Benz blanco incautado a Javier, tasado en 800 mil pesos, es de compra reciente, lo mismo su camioneta Ford Ecosport y su casa de dos plantas en el Talar de Pacheco, que también fue allanada por la PFA. Al menos hasta abril de 2015, según registros comerciales, Radaelli hijo, ex empleado de una firma de despacho de Aduana, no solo había cobrado un beneficio social del Sistema Único de Asignaciones Familiares del ANSES en una cuenta del Banco Francés; también enfrentó una demanda por desalojo en los tribunales de San Isidro en el mismo período.

Su padre sí está registrado como transportista ante la AFIP. Había comprado su propio camión, también Mercedes Benz y de color blanco, hace más de 15 años, con el dinero de un retiro voluntario de la Municipalidad de Tigre. Javier se había dedicado al transporte en los últimos tiempos; la PFA sospecha que habría tenido cierta experiencia en el contrabando de cigarrillos, también desde Paraguay, lo que explicaría la supuesta elección de transportista del «Gordo Choi». Ante el juez Charvay, Javier se negó a declarar. Su padre sí lo hizo: dijo no saber nada de la carga de marihuana. Edgardo, según su relato, simplemente estaba ahí solo como su acompañante.

En su casa de San Fernando, Sara, la madre de Javier y mujer de Edgardo, no tiene novedades. «Mi marido me dijo que lo iba a acompañar a ‘Javi’, que iba a hacer un viaje largo para el norte, nada más. Yo nunca sospeché que me hijo anduviese en algo ilegal. Mi nuera fue al juzgado en Campana, todavía no sé nada. Estoy en ascuas. No tenemos idea», se lamenta ante Infobae.

Sara continúa: «Mi hijo sí, se compró cosas. Pero ahorraba, vivió conmigo un tiempo y ahí juntó su plata. Hace dos meses que no viajaba Javier para el norte, todos sus últimos trabajos con el camión fueron por acá. Con mi marido somos gente honesta, trabajadora. A mi casa, por suerte, no me la allanaron».

Fuente: Infobae

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