La repetición de los casos y la crueldad de los mismos generaron conmoción social y alentaron a las organizaciones a convocar a un Paro de Mujeres. La necesidad de políticas públicas y la apuesta a la educación como claves para luchar contra la violencia de género

Todos los días hay fotos de distintas mujeres en las pantallas de los televisores, en las páginas de los diarios y en las portadas de los sitios web. Las hay adolescentes y también adultas, algunas son morochas y otras rubias, muchas de ellas son madres, pero todas tienen una misma etiqueta: «Femicidio». Lucía Pérez, Janet Zapata, Julieta González y Ayelén Arroyo son cuatro nombres, cuatro mujeres, cuatro historias, cuatro femicidios. Mar del Plata y Mendoza se convirtieron, en cuestión de horas, en los epicentros de la forma más extrema de la violencia de género. Sus casos resonaron en los medios de comunicación y, pasado casi un año y medio desde la multitudinaria marcha denominada «Ni Una Menos», plantearon un interrogante: ¿En Argentina matan más mujeres -y de manera más cruel- que antes? ¿Aumentaron los femicidios luego de aquella movilización o hay una mayor visibilización?

La realidad marca que, aunque no es cierto que haya más femicidios, tampoco se ha logrado reducirlos. En lo que va del 2016, según el observatorio de la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), 226 mujeres fueron asesinadas por su condición de género. Solo en 17 días del mes de octubre, hubo 19 casos. En todo 2015, de acuerdo al informe anual que publica la ONG «La Casa del Encuentro», fueron 286, cifra similar a las del 2014 (277) y 2013 (295). De continuar la lamentable tendencia, este año culminará con un número de casos semejante, lo que plantea que en la Argentina no hay avances reales y concretos en la lucha contra la violencia hacia las mujeres.

«Se mantiene el mismo promedio: cada 30 horas una mujer es asesinada en Argentina. No es que haya más femicidios, pero se mantiene el mismo promedio, que es muchísimo», sostuvo Ada Rico, presidenta de la «La Casa del Encuentro».

Chiara Páez tenía 14 años y estaba embarazada cuando fue asesinada por su novio, de 17. Su familia había denunciado su desaparición en la ciudad santafesina de Rufino y, días más tarde, el cuerpo de la adolescente apareció enterrado en el patio trasero de la casa del joven. Su caso causó tanto horror e indignación, que motivó la primera marcha «Ni Una Menos», el 3 de junio del 2015, en el Congreso de la Nación. Desde el colectivo de periodistas y comunicadoras que impulsaron aquella movilización comentaron a Infobae: «Lamentablemente, la violencia contra las mujeres no ha parado. Ahora hay una mayor visibilización y hay una sociedad más atenta a tener claro los casos que son femicidios. Lo que es muy frustrante es que un reclamo que atravesó toda la sociedad, que juntó y sigue juntando a mujeres de todo el país para que se tomen medidas preventivas en todos los sentidos, no está siendo escuchado por quienes tienen poder de decisión».

El tratamiento mediático

Hasta hace no muchos años, era usual que los casos de mujeres asesinadas a manos de varones fueran abordados desde la figura del «crimen pasional». La lucha del movimiento de mujeres y de las comunicadoras, muchas de ellas agrupadas en la Red Par (Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista), hizo que prácticamente se desterrara del lenguaje periodístico ese concepto que no solo funcionaba como justificador del agresor, sino que daba un tinte romántico a las crueles historias de la forma más extrema que adopta la violencia de género.

«Indudablemente, hay mucha más visibilidad y mejor tratamiento en los medios. Cuando comenzamos con el observatorio, en el 2008, se hablaba de crímenes pasionales, una figura que solo justificaba la conducta del agresor. Hoy, se habla de violencia de género, de femicidios. Las dos marchas de Ni Una Menos hicieron que se trabajara más fuertemente en el tema», consideró Rico.

Aunque desde el colectivo de comunicadoras que impulsaron «Ni Una Menos» celebraron que las coberturas periodísticas, en la mayoría de los medios, «han modificado su enfoque y tratamiento sobre situaciones e historias de violencia machista», también plantearon que, en algunas oportunidades, «se sigue poniendo la mirada sobre las víctimas y las sobrevivientes, agitando de esta manera el ‘se lo habrá buscado'».

La mayor visibilización, sumado al adecuado abordaje, por parte de los medios de comunicación de esta problemática ha generado también una mayor concientización social respecto de la gravedad del tema y de su necesaria tipificación legal como femicidio. Sin embargo, eso no ha colaborado con la disminución efectiva de los casos, algo que implica una deuda pendiente, en este caso, para los encargados de elaborar e implementar las políticas públicas de prevención, protección y sanción.

La respuesta del Estado

Recientemente, el Consejo Nacional de las Mujeres presentó el Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres de cara al período 2017-2019. Se trata de un paso que estaba pendiente desde el 2010, año en que se sancionó la ley 26.485.

Desde «La Casa del Encuentro» confiaron en que la aplicación de este programa pueda plantear una lucha efectiva contra la violencia machista y, como consecuencia, lograr disminuir los casos de femicidios. Aseguraron, además, que el Plan, que cuenta con el compromiso de tener un presupuesto acorde a sus necesidades, engloba muchos de los reclamos que la sociedad civil hizo durante las marchas de «Ni Una Menos», tales como hogares integrales para mujeres en situación de violencia con equipos interdisciplinarios y programas de fortalecimiento, capacitación a las fuerzas de seguridad en la temática para que, cuando una mujer vaya a denunciar, no se encuentre con una mirada prejuiciosa por parte del funcionario y, sobre todo, la implementación de las tobilleras electrónicas en el agresor para su correspondiente monitoreo, en reemplazo del botón antipánico que hoy se les entrega a las víctimas.

En ese marco, las organizadoras de «Ni Una Menos» reiteraron al Estado su pedido de «políticas concretas» y la instauración de «mecanismos ágiles» para que las mujeres puedan recurrir a la ayuda. «Los casos que terminan en femicidios, en su mayoría, pudieron haber sido evitados. El patrocinio jurídico gratuito para las mujeres víctimas de violencia aún no fue implementado. Siguen siendo las mujeres en situaciones de violencia las que recorren comisarías, fiscales y tribunales. La situación exige que se actúe ya mismo. No se puede seguir esperando cuando siguen muriendo mujeres», reclamaron y también puntualizaron en el accionar del Poder Judicial. ya que, según la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), en la mayoría de las sentencias con condena en crímenes de mujeres asesinadas por su condición de género, no se usa el agravante por femicidio ni por crimen de odio, solo circunscriben «la violencia y el odio de género al ámbito privado».

La apuesta a la educación y a la concientización de la sociedad

La violencia de género y los femicidios no son obra de «locos» o de «psicópatas» aislados. Se trata de una cultura que, con patrones de conducta y estereotipos reforzados a través de los años, naturalizó la violencia machista. Las víctimas -y los niños y niñas que quedan sin madre- son la fatal consecuencia y las especialistas coinciden en que la educación es la clave para el cambio en el mediano y largo plazo.

La correcta puesta en marcha de la ley de Educación Sexual Integral (ESI) en todos los niveles educativos es una pauta fundamental para lograr una formación no sexista y para concientizar respecto de la equidad entre los géneros y de la igualdad en el acceso a los derechos. «Todavía no se ha incorporado plenamente la perspectiva de género en la currícula ni se está implementando como correspondería la ESI», afirmaron desde «Ni Una Menos».

«El cambio social y la toma de conciencia están dados. Hay que trabajar con la temática de la violencia en noviazgos, porque una vez que hay violencia ese vínculo ya no se puede modificar. Hay que trabajar desde las escuelas, hablar de violencia, de perspectiva de género e incluir en todas las currículas esta temática, que es prioritaria. Para tener una sociedad más igualitaria hay que trabajar en el problema desde la raíz», consideró Rico, quien también hizo eje en el compromiso de los varones en la lucha ya que «la violencia de género no es algo de las mujeres, sino que incluye a toda la sociedad».

Los últimos casos que se conocieron y la crueldad de los mismos hicieron recrudecer la indignación social por los femicidios. La muerte de Lucía Pérez (16 años), drogada, violada y empalada por dos hombres, causó conmoción y se convirtió, otra vez, en la gota que rebalsó el vaso. Ante las promesas incumplidas y con la conciencia de que aún queda mucho por hacer, distintas organizaciones convocaron este miércoles 19 a un Paro nacional de Mujeres y a marchas en distintas partes del país para exigir, una vez más, el fin de la violencia machista.

Línea telefónica de atención a víctimas de violencia de género: 144

Fuente: Daniela Lichinizer para Infobae