Es la herramienta más útil para prevenir la gripe y sus complicaciones.

Esta infección viral aguda se transmite con mucha facilidad de una persona a otra y en comunidades cerradas. El contagio es a través de secreciones respiratorias infectadas al toser, estornudar o hablar y luego otros las inhalan en el ambiente o tocan superficies contaminadas.

Es indispensable el lavado frecuente de manos con agua y jabón o con alcohol en gel, y cubrir la boca y la nariz con un pañuelo descartable al toser o estornudar.

 

También es útil desinfectar las superficies con agua y lavandina, sobre todo en casas o lugares donde hubo casos de gripe.

Los síntomas son: fiebre alta, tos generalmente seca; dolores musculares, articulares, de cabeza y/o garganta; cansancio e intenso malestar y ligera secreción nasal. Ante estos signos es importante la consulta médica y no tomar antibióticos, ya que no funcionan en esta patología.

 

La vacuna antigripal es la herramienta más útil para prevenir la gripe y sus complicaciones. Aunque se recomienda aplicarla en otoño, también su aplicación es oportuna y aconsejable hasta septiembre, en especial para aquellas personas que no la hayan recibido y que tengan factores de riesgo para desarrollar la enfermedad y sus complicaciones.

Las personas que integran grupos de alto riesgo y deben recibir la vacuna son: niños entre 6 meses y 2 años de edad, adultos mayores de 65, embarazadas, puérperas, inmunosuprimidos incluyendo VIH, fumadores, personas con obesidad mórbida, y aquellas con enfermedades crónicas (respiratorias, diabetes, renales, hepáticas, etc.) Para no contagiar a los más vulnerables, la vacunación es obligatoria para el personal de salud y recomendada para docentes, niñeras, cuidadores y empleados de guarderías y geriátricos.

La vacuna antigripal es la mejor protección y es para TODOS los que quieran prevenirla. Sólo se necesita una dosis.