Científicos y empresarios aseguran que los elementos contenidos en algunos de estos cuerpos celestes ayudarán a extender la huella del hombre en el espacio

 

Una superficie durísima, gravedad muy baja, temperaturas que oscilan entre los 200° bajo cero y un calor -literalmente- abrasador de acuerdo a la cercanía al sol. Y todo esto a unos 300.000 kilómetros de distancia de nuestro planeta.

A simple vista, no existen en el Universo lugares más inhóspitos que un asteroide. Parece que tampoco existen otros cuerpos celestes con tanta concentración de metales preciosos como oro y platino. Más importante aún: algunos incluyen agua.

Expertos estiman que un asteroide de 500 metros cúbicos podría tener el equivalente a todo el platino minado en la Tierra. Y dicen que los materiales encontrados en ciertos asteroides de 80 metros pueden alcanzar un valor superior a los US$ 100.000 millones.

No sorprende entonces que algunas empresas hayan empezado a competir por la explotación de toda esta riqueza desperdigada por el Cosmos. Pero su misión no se reduce a la mera extracción de metal: deberán proveer los recursos que se necesitan para realizar viajes de largo aliento.

 

Según un reporte elaborado por la Space Foundation, en 2016 se gastaron US$ 329.000 millones en actividades espaciales, casi 2% más que en el año previo. Las actividades comerciales -como el lanzamiento de satélites- dieron cuenta del 76% del total.

Desde el año 2000 hasta esta parte, se han invertido casi US$ 14.000 millones en más de 80 startups dedicadas este campo.

Según indica el diario La Nación, la expansión de esta nueva economía requerirá pensar en modos de aprovisionarse en el espacio de combustible, alimento y otros productos básicos.

“Actualmente, cuando mandamos naves tripuladas debemos enviarlos con todo lo que necesitan”, ejemplifica Peter Stibrany, gerente de Desarrollo de Negocios de Deep Space Industries (DSI). “Si además utilizamos los recursos disponibles allá podemos asegurarnos una mayor presencia en el espacio.”
El agua, en particular, es importante no sólo como sustento vital de los tripulantes. Cuando se calienta a grandes temperaturas funciona como propulsor y, si se separan sus componentes -hidrógeno y el oxígeno- puede llegar a usarse como combustible.

Pequeño mercado grande

En Estados Unidos, este tipo de minería se volvió legal en noviembre de 2015, cuando el entonces presidente, Barack Obama, firmó la Space Act, que autorizó por primera vez la explotación comercial de los materiales obtenidos en los asteroides y la luna.

La ley no reserva a las compañías derecho de soberanía alguno sobre estos cuerpos, previsión que violaría el Tratado sobre el Espacio Exterior al que suscribió en 1968.

“Hoy no hay mercado para materiales en el espacio”, reconoce Stibrany. “Si obtenés 100 toneladas de algo no hay nadie ahí para comprarlo. Es necesario crear el mercado desde cero, pensar el caso de negocios. Para conseguir una inversión privada se necesita algo tangible respecto al retorno”, agrega.
Actualmente, DSI es uno de los principales actores en este incipiente segmento, en el que también participa otra firma norteamericana -Planetary Resources- y hasta el gobierno chino: en mayo, autoridades del Programa de Explotación Lunar anunciaron su intención de minar asteroides en busca de platino y paladio.

Mientras desarrolla la tecnología que hará posible extraer material de asteroides, DSI ya tiene varios contratos comerciales para la provisión de productos comerciales -como sistemas de propulsión- además de poseer compromisos con la NASA con el objetivo de desarrollar materiales resistentes al calor para que las naves puedan hacer un reingreso seguro a la Tierra.