Los especialistas dicen que esta técnica es muy invasiva y no está del todo regulada por la autoridad sanitaria.

Los bloques negros nacieron hace tiempo para tapar dibujos y nombres de ex parejas. Pero, recientemente, se volvieron una moda. Lionel Messi fue uno de los primeros famosos argentinos que sorprendió con un blackout en su pierna izquierda y hace poco Candelaria Tinelli, que ya tenía partes de su cuerpo pintadas de negro, decidió cubrir su cuello.

Más allá de los debates que se pueden generar con relación a lo estético y sobre lo definitivo de un tatuaje tan importante a tan corta edad, está la cuestión de la salud. Desde la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) se refirieron a este último punto a través de un comunicado y advirtieron que se trata de una “técnica invasiva” que “no está completamente regulada” y que el “tinte negro puede enmascarar” alguna anomalía que se manifieste en la piel.

En el texto, firmado por la dermatóloga Marta La Forgia, aclaran que “no se refieren al riesgo infeccioso que las agujas pueden producir, ya que los tatuadores profesionales respetan las normas de esterilidad del procedimiento” sino a otras dificultades vinculadas con esta técnica.

En primer lugar, destacan que no está regulada en su totalidad por las autoridades sanitarias y que los tintes que se utilizan implican ciertos peligros.

“En el caso del negro porque puede enmascarar un diagnóstico temprano de una lesión pigmentaria potencialmente maligna”, explica La Forgia, que es médica especialista en dermatología, alergia e inmunología y coordinadora del grupo de trabajo “Dermatitis por Contacto” de la SAD.

Juan Pedro Russo, dermatólogo de la misma sociedad médica y del Hospital San Martín de la Plata, agrega que este tipo de tatuajes complican las revisiones clínicas y pueden ocultar melanomas o cambios que experimenten los lunares. “Además, se está poniendo en el cuerpo algo artificial y en grandes cantidades, y no se sabe si a largo plazo puede llegar a producir alguna enfermedad severa”, agrega Russo, que es docente de la Universidad Nacional de La Plata.

Otro dato no menor es que “si en su composición se incluye el óxido férrico, algo que frecuentemente el propio tatuador ignora, pueden ocurrir sensaciones quemantes en la zona al someterse a una resonancia magnética nuclear”. Con los tintes rojos, amarillos y azules también es posible que se den reacciones alérgicas.

Víctor Peralta tiene más del 95% del cuerpo tatuado y junto a su mujer obtuvieron el récord Guinness por ser la pareja más modificada en el mundo. “Cada uno hace lo que quiere con su cuerpo. Tengo un blackout en uno de mis brazos y planeo tatuarme otro en una pierna. No creo que haga tan mal como dicen. Además, usamos tintes hipoalergénicos”, dice a Clarín Peralta, que es tatuador en Querubín Tattoo.

Según él, esta técnica, que surgió para “tapar dibujos con los que las personas no quedaban conformes”, se transformó en una tendencia que se suele combinar con “el puntillismo, las figuras geométricas y los tribales”. Y que, en general, la eligen aquellos que ya tienen varios tatuajes: “No es para principiantes”.

Javier Ibarra, que es tatuador de Tattoo and Rock, coincide en que, más allá de lo que digan los médicos, “la decisión final la tiene cada persona” y opinó que “si la piel tiene algún relieve diferente o cambia su textura la persona lo va a notar por más que esté negra” y que él intenta “no cubrir lunares”.

Un blackout en media pierna, del tamaño del de Messi, requiere al menos cuatro sesiones que tienen un costo de entre 3.000 y 5.000 pesos cada una. Y se necesita un “umbral del dolor alto”. Removerlo es otra historia: los especialistas no garantizan que el negro desaparezca por completo y hablan, de nuevo, de un mínimo de cuatro sesiones que salen entre 3.200 y 80.000 pesos cada una. Quitarlo también duele.

Fuente: Clarin