La máxima pena fue impuesta para los efectivos Carolina Libramento, Francisco Arrúa y Aníbal Romero, acusados de apremios ilegales y homicidio calificado. En tanto, Alejandro Correa y el comisario Anselmo Pruyas recibieron la pena de 6 años de prisión por falsedad ideológica, pero seguirán en libertad.

El Tribunal Oral Penal Nº 2 de Corrientes condenó a prisión perpetua a tres policías por la muerte del embarcadizo Raúl Cardozo (31) en una comisaría de la localidad de San Lorenzo, en un hecho ocurrido en mayo de 2012.

La máxima pena recayó en los efectivos Carolina Libramento, Francisco Arrúa y Aníbal Romero, a quienes se los halló culpables del delito de Apremios Ilegales (Art. 144 bis, Inc. 3) en concurso real con homicidio calificado por haber sido cometido para procurar la impunidad para sí y por la condición de integrantes de las fuerzas de seguridad abusando de su condición o cargo (Art. 80, Inc. 7 y 9).

En tanto el comisario retirado Anselmo Pruyas y el efectivo Alejandro Correa fueron condenados a 6 años de prisión por los delitos de falsificación material de documentos públicos en concurso ideal con falsedad ideológica (Arts. 292 y 293 del CP). Sin embargo estos últimos continuarán en libertad hasta que la sentencia quede firme.

El fallo también contempla una indemnización de 4 millones de pesos por daño moral y lucro cesante.

Blanca Montiel, viuda de Cardozo, dijo estar conforme con la sentencia. “Se hizo justicia y ahora mi marido descansa en paz”, manifestó compungida.
Recordó que “él entró caminando a la comisaría y salió de ahí totalmente quemado y muerto; desde ese mismo momento la venimos pelando y finalmente llegó la justicia”.

Montiel agradeció a los medios por el seguimiento del tema y “a todos los que nos apoyaron y a la Justicia porque cumplió con su deber; hoy puedo decir que Raúl va a descansar en paz”.

Enfatizó que “esto lo hicimos por Raúl, esto de no bajar los brazos en ningún momento, tanto yo como el papá, los hermanos y toda la familia, compañeros y amigos; finalmente se hizo justicia”.

La lectura de los fundamentos de la sentencia se realizará el 6 de abril.

El Tribunal, compuesto por los jueces María Elisa Morilla en su carácter de presidenta del debate; Juan José Cochia y Ariel Héctor Gustavo Azcona como vocales, coincidió con el pedido de condenas que habían solicitado el fiscal Gustavo Schmitt y el abogado querellante Rubén Leiva. El letrado había pedido una indemnización de 10 millones de pesos.

Por su parte, el comisario retirado Anselmo Pruyas dijo sentirse avasallado por el fallo.

“Yo también quiero saber qué pasó en la comisaría. En la causa hubo una negligencia total. Se nota el ensañamiento. Cardozo no murió en la comisaría. No es cierto que se hizo un mal mayor para tapar otra negligencia. Las pericias que se realizaron están en duda. Es todo muy extraño”, aseveró el efectivo condenado pero que seguirá en libertad.

EL CASO

Era la no­che del 29 de abril del 2012, día en que en la lo­ca­li­dad de San Lo­ren­zo se de­sa­rro­lla­ba un fes­ti­val de do­ma y fol­clo­re. Los or­ga­ni­za­do­res, ya con el even­to cer­ca de fi­na­li­zar, des­cu­brie­ron a una ni­ña de unos 10 años que se en­con­tra­ba sin com­pa­ñí­a, de­sam­pa­ra­da y llo­ran­do.

Al pre­gun­tar­le dón­de es­ta­ban sus pa­dres, la me­nor les con­tes­tó que ha­bía ido con su abue­lo y su pa­dre, que el pri­me­ro de­ci­dió re­ti­rar­se del even­to y que el se­gun­do lo acom­pa­ñó a la sa­li­da, por lo que ella qui­so que­dar­se ya que el pro­ge­ni­tor iba a ve­nir pron­to. Sin em­bar­go es­to ja­más pa­só.

La me­nor es la hi­ja de Ra­úl Car­do­zo, quien no vol­vió a su la­do por­que cuan­do sa­lió a des­pe­dir a su pa­dre (es de­cir el abue­lo de la ne­na), las puer­tas se ce­rra­ron y no lo de­ja­ron in­gre­sar a me­nos de que pa­ga­ra la en­tra­da nue­va­men­te. An­te ello Car­do­zo ha­bría te­ni­do un en­tre­di­cho ya que ob­via­men­te re­cla­ma­ba que lo de­jen in­gre­sar, in­clu­so se aga­rró de las re­jas. La si­tua­ción mo­ti­vó a que los agen­tes po­li­cia­les que se ocu­pa­ban de la se­gu­ri­dad de la fies­ta, in­ter­vi­nie­ran. Se­gún se co­men­tó, cuan­do lo re­du­je­ron, Car­do­zo pa­teó ac­ci­den­tal­men­te una me­sa de plás­ti­co que gol­peó con­tra la na­riz de uno de los agen­tes.

El hom­bre, quien era em­bar­ca­di­zo, fue tras­la­da­do a la co­mi­sa­ría de la lo­ca­li­dad en la que só­lo ha­bía tres agen­tes por­que el res­to del per­so­nal se en­con­tra­ba en la ce­le­bra­ción del pue­blo. Los efec­ti­vos eran Gre­go­ria Li­bra­men­to (la agen­te de ma­yor ran­go en ese mo­men­to en la de­pen­den­cia), Fran­cis­co Arrúa y Aní­bal Mo­re­no.

Al po­co tiem­po de la de­ten­ción de Car­do­zo, se pro­du­jo un in­cen­dio den­tro de la cel­da en la que se en­con­tra­ba. Un ra­to an­tes de que se de­sa­ta­ran las lla­mas, una de las tes­ti­gos del ca­so se­ña­ló que es­cu­chó a Car­do­zo gri­tar y pe­dir por su vi­da.
“Lo que es­cu­chó es­ta per­so­na en ese mo­men­to era la gol­pi­za que los tres agen­tes po­li­cia­les pro­pi­na­ban a la víc­ti­ma”, di­jo du­ran­te el de­ba­te el abo­ga­do que­re­llan­te, Ru­bén Lei­va.

Por otro la­do, una tía de Car­do­zo ha­bía re­cor­da­do an­te épo­ca que “du­ran­te el tiem­po en el que es­tu­vo de­te­ni­do, los fa­mi­lia­res no pu­di­mos ver­lo, tras ello nos en­te­ra­mos de un mo­men­to a otro que ha­bía ocu­rri­do el in­cen­dio y que fue tras­la­da­do a Co­rrien­tes”.

Las que­ma­du­ras que su­frió el em­bar­ca­di­zo al­can­za­ron un 90 por cien­to de su cuer­po, lle­gan­do a la ca­te­go­ría co­no­ci­da co­mo “el gran que­ma­do”. En es­to va­le re­mar­car que se tra­tó de un gran in­cen­dio en el que se pre­ci­só de dos ca­rros hi­dran­tes pa­ra po­der so­fo­car las lla­mas.

A pe­sar de que lo­gró ser hos­pi­ta­li­za­do en el Es­cue­la de ca­pi­tal, la víc­ti­ma fa­lle­ció el 1 de ma­yo del 2012.

Tras la tra­ge­dia co­men­zó la lu­cha de los fa­mi­lia­res de Car­do­zo, quie­nes es­ta­ban en­ca­be­za­dos por la viu­da Blan­ca Mon­tiel. Ba­jo la re­pre­sen­ta­ción del abo­ga­do Er­nes­to Gon­zá­lez, la cau­sa fue lle­va­da al Juz­ga­do de Ins­truc­ción de Sa­la­das.

Co­mo con­tra­ca­ra a la la­bor del le­tra­do, agen­tes de Po­li­cía pre­ten­die­ron fal­se­ar cier­tas do­cu­men­ta­les. Ade­más de ello, se in­ten­tó ar­gu­men­tar que Car­do­zo te­nía una cau­sa por re­sis­ten­cia a la au­to­ri­dad por ne­gar­se a su arres­to, lo que de­ri­vó en la le­sión de un agen­te.

La fal­si­fi­ca­ción de do­cu­men­tos pú­bli­cos fue en­dil­ga­do al co­mi­sa­rio An­sel­mo Pru­yas y Ale­jan­dro Co­rrea (su­bal­ter­no).

Por otro la­do, se in­di­có que al mo­men­to de in­gre­sar a la cel­da, el em­bar­ca­di­zo te­nía con­si­go unos ci­ga­rri­llos y un en­cen­de­dor. Con es­to se qui­so de­mos­trar que en re­a­li­dad la tra­ge­dia se ha­bría de­bi­do a un “ac­ci­den­te” en el que el hom­bre se que­dó dor­mi­do con un ci­ga­rri­llo en­cen­di­do, que que­mó el col­chón y pro­vo­có el in­cen­dio.

En el jui­cio, la querella y fiscalía pre­sen­taron co­mo prue­ba fun­da­men­tal las pren­das de Car­do­zo. Si bien pri­me­ra­men­te un pe­ri­ta­je de la Po­li­cía dio co­mo re­sul­ta­do que no ha­bía ele­men­tos com­bus­ti­bles en las ro­pas, con­clu­sión a la que se lle­gó me­dian­te el ol­fa­to, otros es­tu­dios que fue­ron re­a­li­za­dos en Bue­nos Ai­res sos­tu­vie­ron lo con­tra­rio. “Se pu­do com­pro­bar que ha­bía naf­ta eva­po­ra­da”, cer­ti­fi­có el pe­ri­to Die­go Ri­nal­di.

Fuente: Con información de El Litoral y época