En 1990 el promedio era 60 encuentros al año y hoy es de 53. En el país, aumentaron un 30% las consultas por falta de deseo. El smartphone en la cama y Netflix, entre los motivos.

Los adultos tienen relaciones sexuales con menos frecuencia que hace 20 años, según un estudio estadounidense basado en una encuesta y registros médicos de casi 27 mil personas con y sin pareja estable. Los investigadores de la Universidad Estatal de San Diego y la Universidad Widener hallaron que mientras en 1990 los adultos estadounidenses tenían sexo, en promedio, sesenta veces al año; en 2010 esta cifra disminuyó a 53; siete veces menos.

El estudio publicado en la revista Archives of Sexual Behavior también describió el perfil etario donde la caída de la frecuencia sexual fue más marcada: los hombre de entre 40 y 50 años, casados y con hijos. Si bien en Argentina no existen cifras al respecto, los especialistas consultados por PERFIL aseguraron que la tendencia también se refleja en el país: en los últimos años aumentaron un 30% las consultas por disminución de la frecuencia sexual tanto en hombres como en mujeres.

“Una década atrás recibíamos más pacientes que consultaban por disfunciones sexuales como la erección, anorgasmia, eyaculación precoz o disminución del deseo en parejas ya con muchos años de convivencia. Ahora los jóvenes vienen a consultar por la escasa frecuencia sexual. El comentario siempre es que se llevan bien en la mayoría de las áreas de la vida, pero no en la sexual”, explicó Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

Para María Silvina Valente, presidenta de la Sociedad Argentina de la Sexualidad Humana, “siempre una pareja casada tiende a disminuir la frecuencia de las relaciones sexuales. En las mujeres cuando están entrando en la menopausia (cuando empiezan a caer los andrógenos y los estrógenos), y en hombres arriba de los 80 años”. La experta aclaró que el estudio no compara actividad sexual, sólo relaciones coitales y esto excluye a la masturbación.

¿Cuál es la frecuencia regular promedio de encuentros sexuales de los argentinos? Según Adrián Sapetti, médico especialista en psiquiatría y sexólogo clínico, “en el matrimonio dos veces por semana. Pero en parejas no estables todos los días y va in crescendo”.

Razones. Una vez descartadas las causas orgánicas, algunos de los motivos principales de pérdida del deseo o la disminución de la frecuencia sexual –según los expertos– son: el estrés cotidiano y laboral, el aumento de consumo de antidepresivos, la crisis económica o el desempleo. Pero los autores del estudio, Jean Twenge, Ryne Sherman y Brooke Wells, sugieren otra causa: el surgimiento de las redes sociales y otras formas de entretenimiento como Netflix que podría estar reemplazando el tiempo compartido con la pareja.

“El smartphone, WhatsApp, es adictivo y el sexo ahora ha dejado de serlo. Antes nos metíamos en la cama y listo. Ahora nos metemos a la cama y vemos la serie que nos cautivó en Netflix: un capítulo, otro más y son las dos de la mañana y estamos enganchandos ahí. Antes para ir al cine salíamos, nos vestíamos… era una fiesta. Y ahora tenés el televisor en la mano y todo al instante”, relató, León Gindin, especialista en sexología clínica

Para la psicoanalista Ana Krieger, autora del libro Sexo a la carta, en estos tiempos hay una mortificación del deseo. “La hiperestimulación de lo sexual y la demanda de que hay que tener muchas relaciones sexuales por parte de los medios termina generando un efecto contrario. Obviamente, también las situaciones de crisis hacen que la libido no esté orientada hacia lo sexual”. En cambio, Valente opinó que el uso de las nuevas tecnologías incrementa el deseo sexual: “Mientras que en Argentina el Tinder y el Happn sirven para encuentros sexuales, en Europa para hacer un picnic en el parque los domingos. Ahí se nota la diferencia de cultura”.

Los expertos recomiendan mantener vivos los encuentros y la intimidad de la pareja. Estar en contacto, comunicarse y, sobre todo, cuando están en el hogar, desconectarse de la tecnología. Es también importante cambiar de espacios, salir de la rutina sexual, renovar los olores y no perder el humor. “Es fundamental estar conectado con el otro y no estar pendientes del dispositivo”, concluyó Ghedin.

Fuente: Perfil